Salud líquida

Foto: ecured.cu


Combatiendo la deshidratación


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Somos agua. Somos mayormente agua. Según la Biología, la vida sobre este planeta vino de ella, y la vida que hay en este la conserva entre la composición de sus seres. Los organismos de nuestra especie son de un 65 a un 75% el muy preciado líquido, en un bebé puede ser hasta el 80% de su cuerpo. Y por eso podemos decir que el agua es vida; y no tenerla es, pues ya saben…

Lo que conocemos como deshidratación es la pérdida de agua, comenzando por la sangre y seguida de la de todo el cuerpo. Cuando esto sucede se da una concentración anormal en sus líquidos. La sangre se espesa, reduciendo el volumen de oxígeno que transporta hacia los órganos, por lo que sube la temperatura, reduciendo su desempeño, algo que trae cansancio y una disminución en la concentración y la coordinación. Ya esto llevado a una situación prolongada o dramática el cuerpo va dejando de funcionar y la persona se hace candidato a darse de baja del mundo de los vivos.

Pero puedes darle un alto al proceso con agua, y no sólo en esta forma pura, desde un buen té a un buen jugo, pasando por las bebidas electrolíticas (no alcohol, ya que provoca la deshidratación).
Y para eso te traemos ciertos consejos que te pueden ayudar a ser “más agua”, sobre todo en la estación que más amenaza con deshidratarte, es decir, el verano.

Incluso, cuando la persona está bien de salud, debe consumir mucho líquido todos los días, y más cuando el clima es cálido o está haciendo ejercicio.

Es importante vigilar cuidadosamente a alguien que esté enfermo, especialmente un bebé, un niño o una persona de edad avanzada. Y en caso de sospecharse de un proceso de deshidratación, se debe buscar asistencia médica antes de que la persona desarrolle una deshidratación moderada o severa. 

Asimismo, se debe iniciar el reemplazo de líquidos tan pronto como comience a presentarse el vómito y la diarrea y NO esperar a que aparezcan los signos de deshidratación.

• Para comenzar se debe beber por lo menos, y sobre todos en días de calor, alrededor de dos litros y medio, u ocho vasos de ocho onzas al día. Y aunque no sientas una ola de calor sobre ti, siempre debes hacerlo, porque no sólo la transpiración te hace perder agua, sino también la orina y la defecación.
• Los niños y los ancianos son más propensos a perder agua. Y mientras los primeros no tienen una conciencia sobre la necesidad del líquido, los segundos van perdiendo los sensores en la piel que le dicen al cerebro sobre la insuficiencia de este, que es lo que se traduce en la sensación de sed. Es por esto que unos y otros se van a mostrar reacios a tomar agua, por lo que se la debes presentar con sabores, sea jugos, infusiones o sopas.
• A una persona enferma se le debe animar a consumir líquidos en el transcurso de su dolencia y no olvidar que las necesidades de líquidos son mayores cuando la persona tiene fiebre, vómitos o diarrea.
• Protégete de la exposición directa al sol.
• Evita la realización de esfuerzos físicos en las horas de más calor.

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