Para que haya uno, tiene que desaparecer el otro
Fotos: puntovital.cl
buenavidaDigital/Por: Amnellys Rivera
Hay que admitirlo, la vida moderna falló en su intento de simplificarle la vida al ser humano. Y así el ser humano se volvió una especie de esclavo que tiene que entregar a su supervivencia laboral más de lo que lo hacía antes. Y esa situación, y en otras más, que también giran alrededor de la pérdida de calidad en la vida se crea una gran tensión, una situación de estrés que va secuestrando, y muchas veces termina asesinando, la vida íntima.
Como consecuencia de estar expuestos a condiciones estresantes, tanto hombres como mujeres pueden presentar dificultades para obtener una estimulación sexual óptima, lo que lleva a alteraciones del deseo, dificultades en la excitación y en la erección, situaciones de eyaculación precoz, coito doloroso, vaginismo y condiciones similares que van empobreciendo y apagando la vida sexual.
Esto puede responder a mil y un factor, entre los que se encuentran desde la situación económica, a la laboral, pasando por dificultades familiares, y todo lo que puede emanar de la falta de calidad en la vida.
Pero también una misma situación sexual puede convertirse en una condición estresante, por diversas razones, entre ellas el temor al fracaso, a no cumplir con exigencias sexuales, conflictos de pareja, miedo al embarazo o a la transmisión sexual de enfermedades, ansiedad, incapacidad para disfrutar de las sensaciones eróticas, entre otras.
Esto puede llevar a que una persona se mire “desde afuera” en el sexo, y no se centre en el disfrute, lo que puede afectar todo el encuentro, y sobre todo, provocar disfunciones y trastornos sexuales o hacer peor los existentes.
Y es cierto que de primera intención, un encuentro sexual con una persona que le atrae a un ser humano puede ser algo tenso, como una especie de prueba, pero no se supone que siempre sea así.
También puede ser que experiencias sexuales del pasado asociadas a miedo, ansiedad, fracaso y frustración, pueden hacer que cualquier estímulo o situación que pueda acercarse a lo sexual provoque miedo y aversión. Esto puede llegar a provocar un total abandono de la vida íntima.
En estos casos suelen ser necesarios tratamientos psicológicos para solucionar el problema. Eso es lo primero que debes buscar, porque sin esto pocas cosas serán efectivas.
Y, a la vez que buscas ayuda profesional con el psicólogo, o el terapista de pareja, tú y tu ser amado tienen que hacer el compromiso de separar el momento, de construirle el templo al ritual de amarse. Asignarle un momento de entre las horas que pertenecen al resto y que en ese país de sus cuerpos y almas sea lo más sagrado. Y es que no hacerlo puede lacerar el amor al punto de su extinción.
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